Kata ton daimona eaytoy.

lunes, enero 30

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Y sí, parece que es así. Pensaba qué decir y a quién, decidí que fueras vos. 

Leía una de tus citas favoritas, esa que dice de que estarás más decepcionada de lo que no hiciste y te grita que despliegues velas y te adentres en el mar. Pensaba que tenías más razón que nadie:  Explorá. Soñá. Descubrí.

Me da risa. No sé a que atribuir tu llegada y me replanteo cosas que creí que estaban totalmente claras para mí. Pero eso no importa mucho ahora, trato de concentrarme en volver a sentir con el recuerdo y me olvido por completo de todo lo demás cuando la sonrisa del pasado toma nueva forma en el presente y se vuelve mil veces más grande, porque estoy seguro que mañana seguirá ahí para recordarte de formas: todas hermosas. Tranquila. Todo esto no es mirar una página atrás solamente para estremecerse por lo que fue y no volverá a ser. Es releer letras que me hicieron feliz de verdad y que me inspiran a continuar vagando, en busca de alguna otra sensación que haga que mis sentidos ardan y que mi cabeza vuele por mundos perfectos.

Te voy a recordar, sí, con una brillante, femenina y sutil sonrisa. Vas a volver a estar delante de mío en cualquier reggae del universo. Voy a extrañar con locura, sí, la firme y tentadora mirada que me enseño que puedo perder fácilmente el control si saben dónde pegarme. Gracias por dejarme knock-out.
En una feliz despedida, te aseguro que nos vamos a volver a encontrar en la Cuarta Orgía de algún Bar del Infierno.




ORGÍAS IV


Una orgía, hijo mío, separa el placer de sus consecuencias. Allí no hay referencias a la vida pasada o a la posición social fuera de ese ámbito. 
De todos modos, es deseable la aniquilación de las identidades. La luz debe ser tenue; las palabras que se intercambien, impersonales. Los celos, el orgullo y la imposición de derechos adquiridos previamente están, desde luego, fuera de toda orgía. Los turnos, las simetrías, la disposición coreográfica deben limitarse. Es preferible, querido mío, una sensación de caos.

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